El lunes por la noche fuimos a cenar con W from Arkansas -que estaba otra vez por aquí por una boda- y escogimos ir de tapas al Bar Cañete (Unió, 17), que desde que abrió leímos alabanzas en blogs y publicaciones diversas. Y nos llevamos un chasco. Por lo que probamos in situ, le daríamos un aprobado justo (quizás por el precio) o ni eso (porque haciendo recuento de lo que probamos, realmente nos entusiasmaron pocas cosas). Eso sí, el sitio ha quedado resultón pero ni la comida ni el servicio -al que tanto hacen referencia- están a la altura. Y no es excusa que me digan que el sábado habían tenido 450 personas: de la carta estaban agotadas muchas cosas, y de las sugerencias de la semana de la pizarra...no quedaba nada (¿Por qué no la borran entonces?). Lo que más nos gustó fue la berenjena a la miel y los huevos Cañete, fritos sobre patatas y con sabor a pimiento, aunque muy aceitosos. Decepcionantes papas aliñás (muy duras), albóndigas y sepia (flojísimos y poco sabor a 6.75 la cazuelita). Bueno el jarret de vedella pero sabía casi igual que el cochinillo y que la costilla de cerdo a la miel (que tenían el
mismo jugo de asado y el mismo puré de patatas debajo!). Los buñuelos, extrañamente con la pasta y el
relleno muy separados (¿son precocinados?) estaban sabrosos los de bacalao pero sosísimos los de espinacas. Y los bocadillitos no estaban mal pero caritos, a 4.50 el de calamares y 3.50 el de sobrasada. Para postres, cafés y demás te hacen pasar a la barrita de la entrada, y la verdad está todo muy bueno, y los precios contenidos, aunque eso sí las raciones bastante escasas -excepto la de la tarta Sacher-. Me gustó el tocinillo y la torrijas. La cuenta, con infinidad de cañitas de Moritz -que no sé que manía les ha dado con esas minicañas, que obligan a pedir otra siempre, en el Velódromo igual- subió a 20 € por cabeza, que no está mal, debido a que eramos 6 a compartir y no salimos muy saciados que digamos. Nos dejamos llevar por el hype y resultó un poco bluff. Para tapeo rico y abundante, ya sabemos, El Jabalí, o el Lafuente de las patitas, para tapeo más fino ahora que el Inopia ya no está esperaremos probar su sustituto Lolita Tapería, o cualquier otra nueva propuesta, que al Cañete este no nos quedaron muchas ganas de volver. Eso sí, felicidades a su gabinete de prensa y de marketing que se lo han currado.
De nuevo Extraradi, que no me tocaba esta semana pero hubo una baja y ahí que fui, a la bisección con Bayona. Mucho Halloween, Midnight Juggernauts, Tindersticks, The Baseballs y la expo británica de la Miró...qué risas con lo de que traían obras de Chichester.
Pasan las semanas y cada vez vengo menos por el blog, entre el trabajo y los extraescolares (he empezado a estudiar chino, toma ya) y que muchos contenidos me los guardo para Playground, cuento poquito por aquí. Pero aquí una pincelada de esta semana: el martes, concierto de Graham en la 2. Pinché antes de su show, al que le sobran buenas intenciones y le falta -en mi humilde opinión- algo de madurez, alguien que le diga por dónde cortar y afinar poco a poco lo bueno que hay, que es mucho. Faltó público pero estuvo bien.
El viernes 8 me tocaba bisección en Extraradi y esta vez fue en directo desde el Museu de la Xocolata. Degustamos bombones, pintamos con chocolate y nos divertimos un buen rato. Los directos fuera del estudio siempre son diferentes, se sale de la rutina habitual radiofónica.
relleno muy separados (¿son precocinados?) estaban sabrosos los de bacalao pero sosísimos los de espinacas. Y los bocadillitos no estaban mal pero caritos, a 4.50 el de calamares y 3.50 el de sobrasada. Para postres, cafés y demás te hacen pasar a la barrita de la entrada, y la verdad está todo muy bueno, y los precios contenidos, aunque eso sí las raciones bastante escasas -excepto la de la tarta Sacher-. Me gustó el tocinillo y la torrijas. La cuenta, con infinidad de cañitas de Moritz -que no sé que manía les ha dado con esas minicañas, que obligan a pedir otra siempre, en el Velódromo igual- subió a 20 € por cabeza, que no está mal, debido a que eramos 6 a compartir y no salimos muy saciados que digamos. Nos dejamos llevar por el hype y resultó un poco bluff. Para tapeo rico y abundante, ya sabemos, El Jabalí, o el Lafuente de las patitas, para tapeo más fino ahora que el Inopia ya no está esperaremos probar su sustituto Lolita Tapería, o cualquier otra nueva propuesta, que al Cañete este no nos quedaron muchas ganas de volver. Eso sí, felicidades a su gabinete de prensa y de marketing que se lo han currado.
A mí las barbaridades de Robert Rodriguez y de los amigos de Tarantino a veces me entran bien y a veces no. Machete me divirtió, aunque acabe siendo repetitiva, pero hay que tomársela como lo que es -aunque haya algo de crítica a la política de inmigración en USA, por supuesto-, un exceso detrás de otro -aunque menos que Planet Terror, diría yo- pero es un gran divertimento. Danny Trejo de prota (aún le recordamos por su Tortuga en Breaking Bad), apariciones de veteranos: Steven Seagal con una rata en la cabeza que ni Arús en sus mejores tiempos, Robert de Niro enloquecido de senador casi nazi, y un casi irreconocible Don Johnson, y tres apariciones sexys: Jessica Alba, Michelle Rodriguez (que no es la única reminiscencia de Lost, aparece también el piloto Lapidus) y una locatis Lindsay Lohan top-less fake incluido. Me lo pasé bien.
